miércoles, 4 de marzo de 2009

La princesa y el príncipe

Con frecuencia he utilizado cuentos o historias para ir llenando de contenidos interesantes algunas horas "muertas" como guardias, días de excursión para algunos y otros se quedan en clase, días donde el tiempo hace que muchos falten,... Una de esas historias, que no recuerdo bien dónde la oí o leí por primera vez, la utilizo cuando en clase hay seis o siete alumnos-as que no tienen otra cosa que hacer. Intento sacar mis habilidades de cuenta cuentos y les propongo una historia:
Erase una vez una princesa que vivía encerrada en un castillo muy enamorada del príncipe. En cierta ocasión el príncipe, como todos los días, antes de salir a recorrer sus dominios besó a la princesa y le pidió que no saliera del castillo porque era muy celoso. La princesa siempre le obedecía y una vez que salía el príncipe por el puente del río que estaba lleno de cocodrilos, se metía en el castillo rodeado por dicho río. Pero ese día concreto, recordó que era el cumpleaños del príncipe, y quería hacer una tarta para darle una sorpresa. Desgraciadamente en la cocina no había harina, por lo que cogió algo de dinero y, bajando el puente levadizo, salió a comprar la harina en el molino. Allí el molinero le atendió muy amablemente y le dio toda su mejor harina, pero al volver un loco que se había escapado de un manicomio se encontraba en medio del puente con un palo amenazando con tirar al río a todo aquel que se atreviera a pasar.

La princesa se asustó y decidió bajar a la orilla del río para que el barquero le permitiera pasar a la otra orilla, puesto que no sabía nadar. Pero todo el dinero se lo había gastado en la harina y el barquero decía que en su negocio él no fiaba dinero a nadie.

La princesa decidió entonces devolver la harina al molinero y con el dinero pagar al barquero. Pero cuando se presentó en el molino, éste le dijo que si su harina estaba bien, él no podía devolver el dinero porque ya había dicho a otros clientes que no tenía la harina que le había vendido.

Viendo que el tiempo se le echaba encima y como no quería que el príncipe viera que le había desobedecido, no le quedó más remedio que arriesgarse a cruzar el puente. Al cruzar la princesa, el loco hizo un movimiento brusco que la cogió desprevenida y la tiró al río. Allí ella intentó nadar, pero la corriente se la llevó y se ahogó....

"Ahora quiero que penséis tres minutos... nadie debe hablar en esos tres minutos... luego todos podremos dar nuestra opinión... quiero que penséis ¿quién o quienes son, los responsables de la muerte de la princesa? ¿y razonad por qué?"


Esta historia la cuento añadiendo los matices y cambios que considero adecuado según el nivel del alumnado. Normalmente todos suelen prestar atención pero es después donde a mí me resulta más interesante. Pasados esos tres minutos con escrupuloso silencio, doy el turno de palabra para que uno de ellos exponga su opinión, "¿quién o quienes son para ti los responsables de la muerte de la princesa?", y luego le pido que me diga porqué. A continuación, y sin entrar en polémica, se lo pregunto a otro del grupo. Como no suele coincidir con la opinión anterior, a éste también le pregunto qué le ha parecido lo que ha dicho su compañero-a. Con un tercero también hago las mismas preguntas y voy dejando que entre ellos hablen, dialoguen, argumenten, razonen, comprendan puntos de vista de otros aumentando así la escucha activa y de ahí la empatía, que sepan esperar para hablar y ser escuchado (demora de la gratificación), que valoren las opiniones y razonamientos de otros,...

Intento no prejuzgar sus opiniones ni influir en sus puntos de vista para que sea con el debate, donde a veces participo procurando no ejercer una superioridad mal entendida, la manera de sacar a la luz la necesidad de cambiar algunos de sus planteamientos. Aunque la verdad es que a veces me cuesta muchísimo, pues he oído razonamientos como "la culpa es de la mujer, si el príncipe le dice que no saliera para qué sale", "el loco es el culpable porque él la mata", "el del manicomio es el culpable por dejar escapara al loco; sería mejor si a los locos se les matara", "es culpa del príncipe porque debería tener siempre harina en la cocina, para eso él es el que trabaja", "Todo el mundo es responsable porque el príncipe no debía trabajar y estar todo el día con la princesa", ...

Muchos de sus razonamientos los procuro encajar dentro de la teoría de la evolución moral de Kohlberg, así voy conociéndolos mejor; pero, como antes he dicho, lo principal es que ellos hablen y dialoguen, desde el respeto a todas las opiniones, respeto que yo también me he de esforzar, a veces, en mantener.

Al final, ellos siempre me preguntan: "¿cuál es la solución maestro?" y yo, con una sonrisa, les digo: "La tuya... y la tuya, y también la de ella, y la de aquél,... todos habéis respondido bien porque todos lo razonáis correctamente. Muchos problemas no tienen una única solución, sino varias, y es cuestión de gusto, trabajo o economía el elegir una u otra, pero todas son correctas."

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