miércoles, 4 de noviembre de 2009

La expulsion


He escuchado muchas veces palabras como "parece que solo entienden la mano dura", "si es que se merecen el parte", "se lo advertí y seguía igual, es que buscaba la expulsión"... Y frases similares que resumen la idea de que el castigo, y más concretamente su epítome, la expulsión es educativa.


Personalmente tengo mis dudas acerca de esa idea. Conozco de un centro que, para reducir las peleas tomó la determinación de expulsar siempre un mínimo de un día a todos los púgiles, independiente de causas, motivos, situación, culpables, provocación,... circunstancias que servían para no aumentar la expulsión. Ese centro expresaba así que "dos no pelean si uno no quiere". Como resultado el alumnado comenzó a quedar para pelearse fuera del centro, y dentro de éste "simplemente" se ignoraban. Me pregunto si eso significó una mejor educación para esos chavales.

En otras ocasiones he comprobado que lo que interesa es eliminar la mala acción mediante la magnificación del castigo. No interesa atacar las causas que llevan a esa acción sino simplemente erradicarla, al menos momentáneamente mientras el castigo siga siendo ejemplificante. Ejemplos de esto los he visto cuando se ha prohibido que que el alumnado traiga o compre chucherías a la escuela para evitar que la ensucien con los envoltorios. ¡Precisamente lo educativo es conseguir que no la ensucien, no impedir que no puedan ensuciarla! O recientemente cuando tras una pelea donde un alumno confiesa que el motivo es su inseguridad ante su primera relación ("me quería espantar a la novia, tenía que defender lo mío") la sanción es únicamente la expulsión. ¡Qué forma de desaprovechar la oportunidad de enseñar un trato coeducativo de verdad!

Debo decir que también he visto centros que prácticamente se negaban a expulsar al alumnado, centros que funcionaron bien mientras se arbitraban otras medidas educativas, pero que cuando éstas dejaron de aplicarse se convirtieron en instituciones donde no se podía ni educar ni formar a nadie. El alumnado tenía tal impunidad que hiciera lo que hiciera no era castigado. Personalmente creo que esos centros funcionaron bien, muy bien, mientras hubo personas con las fuerzas, las ganas y las energías suficientes para encontrar medidas alternativas a la expulsión, pero sin dejar que toda mala acción llevara su castigo. Uno de esos centros conseguía reunir a muchos alumnos-as (que en otro centro simplemente serían expulsados) para hacer tareas por la tarde estando profesores de "vigilantes". Cuando esos profesores dejaron de ir por las tardes, nadie controló que el alumnado asistiera lo cual dejó a éstos sin castigo.

En otra ocasión un grupo de alumnos comenzaron a insultar a otro. Antes de llegar a ser bullying, hablando con cada parte implicada así como con los espectadores (la llamada tercera víctima del bullying) se encontró que la causa real era el alejamiento que éste hacía de lo que había sido su grupo de amigos hasta ahora. En vez de simplemente expulsarlos, tuvieron que hacer una serie de tareas encaminadas al fomento de la empatía, a la libertad individual de elegir, a la asertividad para defender sus propios derechos, a la idea de la amistad y del amor y a su temporalidad,... Aún así hubo compañeros-as que me dijeron, "con una buena expulsión se les habría acabado tanta chulería y cuento chino y no habríamos perdido tanto tiempo y esfuerzo", creo que al menos yo puedo decir que se intentó mucho más que simplemente eso.

Por último debo decir que en mi vida me he encontrado a un alumno-a que le haya sentado bien una expulsión. Sí es cierto que alguno-a ha habido que tras la paliza de su casa han estado un tiempo modélicos, pero eran alumnos que aprendían lo que puede hacer el terror y el miedo, ¡¡qué bonita enseñanza conseguían de nosotros!! ¿Eso es lo educativo de la expulsión?